martes, 31 de marzo de 2015

Ave Fénix.

Perder el hilo. Caer en las garras de la incertidumbre, aferrarse a un dudoso recuerdo y resurgir.

Puede que también lo entiendas, puede que llegues a comprender o puede que ni las palabras lo asimilen. Es posible que tras el primer revés agonices o recobres la compostura. El segundo te devolverá a la realidad... Aguanta. El siguiente dormita insatisfecho, ¿lo sientes? Escribes. Rozas la inmortalidad bajo suspiros de tinta, párrafos de desenfreno decadente, versos anónimos de felicidad. Te deasahogas en tu soledad ingobernable buscando calor, paz... Un resquicio de sensatez, un pedazo ínfimo de cordura que seque las lágrimas. Desistes por momentos, apelas a un sentimiento que olvidaste, a un defecto que elegiste, a una virtud que añoras. Comienza tu segunda parte.

Un nuevo principio catapulta tu mirada al horizonte. Destellos de alegría iluminan sonrisas despistadas. Fogonazos de autoestima inundan esos ojos verdes. Aún dudas, todavía sientes, desde luego vives. Instantes lunáticos nublan tu futuro, segundos inciertos de felicidad absoluta. La inseguridad se palpa paso tras paso, mientras caminas renaciendo de tus cenizas.

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