domingo, 26 de abril de 2015

Rima libertina.

La casa estaba abandonada, apartada del mundo que lo rodeaba. Marcada por una tragedia pasada que por mucho que intentaba, no ocultaba. Demacrada por la lluvia que lo azotaba sobrevivía.

Había arpías que lo perseguían. Tratarían de atraparlo a sangre fría cacería tras cacería, estaría a merced de la ira que les domina. Sufría... Sabía que su final llegaría en cualquier momento.

Cada argumento a tiempo, estaba atento al sentimiento que cada actor albergaba por dentro. Otro intento más cruento lo dejo sin aliento. Tan sangriento fue el portento que terminó callando.

De vez en cuando ahorrando palabras me desangro. Del fango intento salir nadando, llegar a esa orilla que ansío sin descanso. Esperando que alguien amaine el viento de un soplido.

Un castigo divino olvido. La penitencia, el tiempo perdido entre los folios que usaba de abrigo, entre el amigo que he sido y el enemigo que escondido acecha siendo testigo del estropicio.

Se convirtió en vicio y no habrá juicio que le devuelva el ocio que perdió. Con aquel negocio que fue propicio del final mas trágico. Lo albergó el hospicio más mágico que encontró. Y entre rima y rima los desvaríos acabaron con este prestidigitador....

miércoles, 15 de abril de 2015

Decadente.

A menudo siento la necesidad de escribir algo escueto, capaz de comprimir la existencia en un suspiro. Otra veces emborronó decenas de páginas con palabras descoordinadas que no significan nada. En ocasiones me distorsiono hasta subyacer sobre tinta caramelizada que late, y late, y late empapando el folio sobre el que duermo cada primavera. Ni yo me entiendo pero me desato y con cada arrebato un nuevo amanecer se me abre y una nueva frontera se cierne sobre mi. Sepultado pues, de mis sueños me despierto para volver a dormir.

Cada día la monotonía me nutre, me enciende para soñar las palabras que el mundo discrimina. Acaricia, toca, golpea con estímulos tan feroces que a menudo pasan desapercibidos. Aburre. Tranquiliza y anestesia de mil formas diferentes pero idénticas. Galante prohíbe la locura sin discernir quien esta cuerdo, sin discernir quien esta loco. Me escondo tras muros de plastilina sabiendo que cada golpe moldea mis defensas, creando traumas inhumanos a los que la gente se ha acostumbrado. Y es entonces cuando vuelvo a caer y me aburro. Me evado del mundo que me rodea, categorizo la prosa en versos efervescentes, en diminutas explosiones de conocimiento innato, en pedazos de emociones, en resquicios de luz capaces de iluminar las mentes mas oscuras.

domingo, 5 de abril de 2015

El teatrero. (+18)

A estas alturas he comprendido cada rincón de mi ser. Me conozco como nadie jamás me había imaginado. Ya no me asusto ni me sorprendo, ya no busco indulgencia por cada atrocidad que cavilo. Controlo cada voz que retumba en mi cabeza sedienta de terror. Aprendí a verme tal y como soy, a no negar lo obvio ni a cambiar mi naturaleza. Son muchos años conviviendo con todas mis facetas y por fin las entiendo. Por fin entiendo el porqué aunque no recuerde desde cuándo. Al fin reconozco cómo, pero no el qué me hizo reaccionar... Finalmente me acepté y la locura se desató.

...

El habitáculo se torno de rojo. Sangre fresca salpicaba la grandiosa lámpara de cristal que colgaba del techo a varios metros de altura, plasmando sobre las paredes cientos de reflejos carmesí. La puerta bloqueada por las estanterias cercanas, decenas de libros inundaban el suelo. El fuego se extinguió en las entrañas de la chimenea. Las luces tintineaban. El viento gritaba al pasar a traves de los cristales rotos de la ventana por la que momentos antes salió la cabeza del novio. Su cuerpo aún yacía inerte dentro de la estancia. En el medio, bajo la lámpara se encontraba un pequeño taburete, la soga preparada.

"Quiero casarme contigo." la obligué a escribir en la pared con la sangre que brotaba de sus falanges cortadas. Gritaba, lloraba y se retorcía. Era su primera vez, pero no la mía. Deje que subiese sola al taburete, sus pequeños pies descalzos se tambaleaban al son de sus piernas. Nos miramos. Todos se imaginaban lo que pasaría, solo se lo imaginaban. Seguíamos mirándonos. Sin pestañear pegue un patada al taburete...

Antes de caer la abracé en el aire y ambos chocamos contra el suelo. Se encontraba sobre mi, con los ojos bañados en lágrimas, tan maravillosamente bella como siempre. Nuestras miradas se cruzaron de nuevo y me besó.

...

Tras ese beso se cerró el telón desatando los aplausos del público que albergaba el teatro y calmando mi locura.