domingo, 17 de abril de 2016

Desvarío.

Rezumo incoherencia en forma de testigos supletorios. Transfiero los enigmas que tunelan mis entrañas a imbéciles bocanadas de sosiego desmedido. Colapso, deterioro y vaticino la luz tangente a las miradas en las que me pierdo. Y me sumerjo en la duda imperecedera para hacer crecer el viento cuando el tiempo se condensa. Arranco a mordiscos las alas de la arrogancia y desnudo el escándalo. Un exhibicionista tras la mampara de la ducha, un órgano inerte, un vestido recién comprado. Un gesto de parsimonia muestra, sin intenciones concisas, palabras que agotan el momento.

Purgo la conciencia del mil cadáveres. Destierro las ideas más obtusas hasta yacer sólo bajo la singularidad de la diferencia. Mezclo porciones de realidad ideal para corregir el "durante" y discernir lo que será mientras recuerdo lo que fui. Y sueño atrocidades que deleiten la curiosidad y vivo tormentos que me inviten a soñar. Sodomizo el lenguaje, libero al verso, confiero ingenuidad a quien recepciona y me olvido de seguir para poder continuar.