miércoles, 11 de noviembre de 2015

Busco.

Busco calamidades que desaten la pericia, que amorticen las horas pérdidas en los folios con los que me abrigo.  Busco confidencias clandestinas que encarcelen los corazones más sinceros, que destapen las esencias que conservo en mi buhardilla. Busco escusas esponjosas en las que apaciguar el llanto de madrugada, cargando copiosas tempestades sobre los hombros más escuálidos. Busco la acuosa sencillez ilegible de la que hace gala la luna al mediodía coronando el firmamento fría y desapercibida, como las letras sigilosas, envidiosas del sonido hueco de un aplauso. Busco heroicidades casuales  e ilegalidades premeditadas. Busco la singularidad en un gesto ambiguo que destaque al desaparecer, que aparezca cuando quepa destacar.

Busco una boca de caramelo en la que jugar sin falsas apariencias, una bicicleta con la que sobrevolar el mar y sumergirme en la tierra. Busco un calcetín con el que abrigarme en otoño y al que poder llenar en invierno, una cortina opaca por la que ver el paisaje. Busco la simpleza de un pestañeo que destape el cielo y te haga abrir los ojos. Busco imágenes que alimenten y sonidos que apacigüen la sed. Busco locuras con  las que evadir el miedo a la muerte y hagan reírme de la vida.

Busco pero no lo encuentro. Busco... Y mientras, sigo escribiendo.